domingo, 21 de marzo de 2010

Mis juegos de la infancia

pelota1.

(Del prov. pelota, y este del lat. pĭla).

1. f. Bola de materia elástica que le permite botar, y que se usa en diversos juegos y deportes.

2. f. balón (pelota grande).


Parece difícil que un objeto tan básico, tan absurdo para algunos, haya podido ocupar las horas de ocio de mi infancia, y bueno, siendo sinceros también sigue siendo un juego para mí ahora que ya no soy una niña. Es ver un balón, y volver a convertirme en esa niña que creció dándole patadas, volver a tener esa sonrisa transparente que se tiene por ser feliz con tan poco, volver a recuperar la inocencia de la infancia, esa que a veces da pena haber perdido.

Quizás resulte absurdo valorar tanto un juego, un deporte que practican la mayoría de niños. Un deporte que la mayoría de adultos ven y cuyos estadios llenan con su presencia. En cambio, para mí el fútbol no es eso. Yo iba al colegio con ganas pensando que en el recreo podría jugar al fútbol, yo soñaba con algún día poder jugar en un equipo de chicas y poder demostrar a la gente que sí que sé jugar bien, yo me hice fuerte gracias al fútbol y me di cuenta antes de lo que pensaba que hay mucho prejuicio y mucha gente mala con la que te cruzarás en la vida. Ser niña y jugar al fútbol no era fácil, había que hacerse respetar, había que demostrar que valías para que te admitieran, había que demostrar que la fuerza no lo es todo y sobre todo había que demostrar que por ser chica y jugar no era una marimacho o nada por el estilo. Para mí era sólo un juego y nadie me iba a quitar la ilusión de disfrutar jugando.

Aun ahora sigo con esa ilusión. Y sólo es eso, un juego donde a veces se pierde y otras veces se gana. Y cuando ganas eres feliz, más feliz que nadie pero cuando se pierde, no pasa nada y uno sólo piensa en cuando se podrá volver a jugar. Al fin y al cabo, es sólo eso: un juego. El juego de mi infancia.