sábado, 29 de octubre de 2011

Casualidades

A lo largo de un día nos cruzamos con numerosas personas desconocidas; cuando caminamos por la calle, en el tren o en una cafetería. A veces, la rutina, el coger siempre el mismo tren o ir a tomar el café a la misma cafetería consigue que ciertas personas resulten familiares a pesar, de no conocer ni si quiera su nombre. Las miradas se cruzan pero eso es lo máximo a lo que se puede aspirar. Llega un momento que apetece saludar con un hola o despedirse con un hasta mañana, llega un momento en el que te gustaría ponerle nombre a ese rostro o saber que le pasa cuando su rostro transmite tristeza. Entonces cuando parece que le conoces, y parece que un saludo no es tan descabellado, desaparece. Y es cuando se siente un vacío,un vacío por haber perdido a alguien que ni si quiera conocías. Quizás el vacío surja porque cómo buscar a alguien del que no sabes nada. O quizás sea porque sientes que acabas de desperdiciar una oportunidad.
La vida está llena de casualidades, a veces cuesta creerlas. A veces parece que el futuro ya está escrito. Sino como explicar que te vuelvas a cruzar con un desconocido, otra segunda vez, en un lugar totalmente distinto. Es bueno aprender de los errores, y saber que si el destino te brinda una segunda oportunidad que no la dejes escapar. Es entonces cuando las miradas se vuelven a cruzar, los dos sabéis que os conocéis, incluso parece haber complicidad. Finalmente, esta vez sí saludas y sí dices tu nombre. A partir de entonces, un desconocido irrumpe en tu vida y sin darte cuenta es tu amigo. Su rostro ya tiene nombre y una vida detrás.
Las casualidades igual no lo son y es sólo la vida dándote una segunda oportunidad. Sea lo que sea hay que saber aprovecharlas, no se deben dejar pasar esas personas que sientes que tienen algo especial.