viernes, 27 de enero de 2012

Equivocarse

Cuando se es niño, los padres, los profesores siempre te dicen: "Ésto está bien. Y ésto otro está mal." A veces, resultaba algo cansino, siempre teniendo que hacer lo que se suponía que era lo correcto para intentar ser buena persona o que no te castigaran. A medida que vas creciendo, uno mismo es el que tiene que ir dándose cuenta de qué está bien y qué está mal. Y es ahora cuando se echa de menos, a ese alguien, que te diga qué es lo correcto y qué no. Antes, era mucho más fácil.
Quizás pueda parecer absurdo, pero a veces se llega a un punto en el que se tiene la sensación de ya no saber si se está haciendo algo bien o no. Cuando nos hacemos mayores, todo es mucho más difícil, las personas somos mucho más complejas. Incluso el querer a alguien puede convertirse en algo malo, en lo incorrecto. Y es entonces cuando mi manera de ver la vida, incluso mi manera de ser, se desmorona.
No pueden pedirme que deje de querer a alguien. Ni que deje de ser como soy, pues entonces qué sentido tendría vivir si no se puede ser uno mismo. Sobre todo, si sólo se ha intentado ser buena amiga. Sé que me equivoqué pero también sé que tampoco he sido tan mala amiga o persona.
Aunque lo que más duele es querer a alguien y sentir que esa persona no ve que la quieres o no lo valora. Llega un momento en el que te rindes, te das por vencida. Y duele, duele porque ese hueco siempre quedará ahí, los momentos vividos con ese amigo no se van a borrar, siempre estarán ahí. Echarás de menos esa sonrisa que te llenaba, y te hacía sentir bien. Echarás de menos su risa, sus bromas. Echarás de menos todas esas cosas que te contaba con tanto entusiasmo y de las que no parabas de aprender. Echarás de menos su forma de proteger a los que quiere. Echarás de menos sus abrazos, sus muestras de cariño aunque no fueran muchas. Echarás de menos el al menos parecer alguien importante en su vida,aunque quizás nunca lo hayas sido. Echarás de menos el mirar su foto y sonreír, por sentirte feliz por tenerle en tu vida. Echarás de menos el hablar de él, sin darte cuenta, porque al ser alguien importante para ti es inevitable hacerlo. Echarás de menos el intentar animarle cuando esté mal. Echarás de menos el saber cómo está. Le echarás de menos a él, porque es tu amigo, y eso no se borra de un día para otro. Quizás sea lo mejor, lo correcto, pero duele. Duele tener que ver como su camino se aleja del tuyo, y se supone que lo correcto es dejar que eso suceda. Y duele pensar que igual que él para ti ha sido todo eso, quizás tú para él realmente no has sido más que un problema, alguien a quien hubiera preferido no conocer. Eso es lo que más duele.
Igual algún día volveré a saber qué es lo correcto y lo qué no. Hasta entonces sólo podré ser yo misma, y supongo que equivocándome, espero al menos no hacerlo demasiado.